PIEDRA, PAPEL O TIJERA

A.H (léase antes de hijos), hacíamos piedra, papel o tijera para ver quién se levantaba a apagar la luz. D.H (después de hijos, obvio), hacemos piedra, papel o tijera para ver quién se levanta a las 4.37 am para darle la mamadera al niño. Estar casados sin hijos es una papa, pero cuando llegan los herederos llega también la hora de desplegar tácticas y estrategias para pasar la primera prueba de fuego de un matrimonio: la era H.P (léase hijos pequeños).

Las comidas de a dos, con charla y sobremesa incluidas; las mañanas despatarradas de domingo; las salidas espontáneas, ¿dónde van cuando llegan los hijos? Un día se fueron de tu casa agarrados de la mano, siendo dos, cargando un bolso con ropa de recién nacido y, cuando volvieron, algunos días después, sus manos ya estaban ocupadas cargando un huevito con con un niño en su interior. Ahí ya tenés el primer indicio de que la cosa cambió. Tus manos y las suyas ya no se encuentran tanto como antes. Apoya el huevito en el piso y se miran. ¿Hace cuánto no se miraban así? Desde antes de ayer, cuando todavía eran dos. ¿Y ahora? Ahora sí, empieza a relatarse la verdad de la milanesa. Hablando de milanesa, si no hubo ningún alma caritativa que te llenó la heladera de comida mientras te atendían como reina en el sanatorio, empezá a pensar qué van a comer a la noche. Esa noche, cómo olvidarla. Dos padres primerizos que no tienen ni la menor idea de cómo se hace pero que no les queda más remedio que intentarlo. Él, que se desploma en la cama y cae rendido al sueño como si también hubiese tenido trabajo de parto; y vos, con ojos cansados pero que no podés cerrar. Un poco por los ronquidos, esos que antes no te molestaban, y otro poco porque a tu lado está tu hijo, ese que imaginaste durante meses y que ahora no podés dejar de mirar.

Y un día, el hombre de los ronquidos tiene que volver a trabajar, y vos sentís una mezcla de miedo, envidia y angustia. Apenas pudiste picar algo de parada y con una mano y no te sacaste las pantuflas en ningún momento. Él llega fresquito, algo cansado por ser el primer día, pero con las neuronas activas. Vos, en cambio, sos un rodete desalineado que esconde neuronas en modo avión. Tu humanidad al aire, una lágrima que quiere salir y miles que salen de los ojos de tu hijo. Desde que el padre salió esa mañana estás tratando de saber porqué llora. Cae la tarde y aún no lo descubriste. Bueno, ahora sí, podés sacarte ese rodete desalineado y encerrarte en el baño, a hacer lo que quieras. De pronto cortarte las uñas se vuelve un programón. Jamás lo disfrutaste tanto. Meterte en Instagram y ver a otras madres radiantes con hijos que jamás lloran, te hace mal. Bañarte puede ser una gran opción. Llorar y descargar abajo de la ducha, también. ¿Quién no lloró abajo de la ducha? Salís renovada, limpia, aliviada. En la maternidad una buena ducha puede cambiarte la vida. Te encontrás con un marido alzando a un hijo que ya no llora, y duerme plácido sobre su padre. ¿Cómo lo hizo? Te preguntás. Y mientras para adentro vas elucubrando posibles respuestas, una frase te vuelve a desequilibrar. "Quedé con "los pibes" que mañana vienen a comer a casa". Silencio. Pareciera que no lo entiende, que no lo ve, que no te mira. No se da cuenta. No, si no se le decís, no se da cuenta. Y no, tampoco te mira tanto como antes. No estás para ser anfitriona como en las viejas épocas, no querés recibir gente todavía, no podés sacarte el camisón para amamantar y tampoco podés mantener un diálogo normal con otro adulto. Por lo menos por ahora. Te debatís entre ser una esposa ejemplar y buena onda, o ser una castradora insensible e indomable. Elegís la segunda opción. La misma disyuntiva se da cuando él pretende no perderse su cuota semanal de deporte y vos necesitás que vuelva urgente, para darte apoyo logístico, pero más que nada moral. "Siento que ya no tengo tiempo para mí" y "¿sabés lo que me gustaría estar en tu lugar?", son dos de las frases que pueden llegar a convertirte en una asesina serial en cuestión de segundos.

Hay un momento en la vida, cuando dejás de ser dos, en que todo es un constante piedra, papel o tijera para ver quién se despierta a la mañana y quién duerme un rato más, quién lo calma durante las noches y quién le cambia el pañal. Es un tira y afloje, es ceder -a veces- y otras no. La era H.P se pone complicada, de a ratos, mientras vas buscando el equilibrio justo en el que todos están contentos. A veces no encontrás a la persona de la que te enamoraste, y él tampoco te encuentra a vos. Lo bueno es que, en realidad, siguen estando ahí, detrás de un piedra, papel o tijera.












Comentarios

  1. Tan cierta cada palabra!!! Todo cambia,es un caos que con el tiempo se van poniendo de acuerdo para "organizar"... La era H.P. es lo mas hermoso del mundo pero tambien la que mas cuestiona tu personalidad y pone en perspectiva tus idea... Por acá encaminado con uno de 5 años y el segundo en camino,veremos si la segunda experiencia es "tranquila" como la primera... Me encanto el post!!!!

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  2. Mechi, qué post tan real y sincero, sobre todas las cosas. Lo vivo bastante así desde que nació mi hija, que está por cumplir 8 meses.
    Hoy a la mañana tuve, literalmente, una escena de estas: mi beba se despertó 4 (¡cuatro!) veces a la noche, cosa que no hacía desde que tenía 3 meses. Por hambre, por h, por b o por z. Cuando finalmente arrancamos el día, le dí de comer, la vestí y la dejé jugando en su piso colorinche de gomeva. Y cuando vuelvo al cuarto, le digo a mi marido, que no atinaba a salir de la cama, que esté atento porque yo, señor, me voy a bañar. ¿"No podés traérmela para acá?" No señor, no. Me levanté 4 veces, no puedo más, me voy a trabajar en un rato, mirada y tono de voz sulfúrico. Si la niña (preciosa, amorosa, amada, ella) llora, levantate de la cama y cuidala vos. y así fue.

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  3. Hola , me encanta la forma tan realista que describes esta faceta de la mujer, sin grandes dosis de cielo ni fuertes rasgos de infierno, tal y como la vive un alma libre y transparente. Felicitaciones por tu talento. Saludos desde México.

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